Responsabilidad por los comentarios en blogs y webs. TEDH, anonimato, libertad de expresión, honor y dignidad.

Toda persona honrada prefiere perder el honor antes que la conciencia.
Michel de Montaigne

La vanidad le dice al hombre qué es el honor. La conciencia le enseña qué es la justicia.
Walter S. Landor

El honor prohíbe acciones que la ley tolera.
Séneca

Los gobiernos ilustrados, conociendo las ventajas que prometen el premio y el honor, han echado mano de estos principios motores del corazón humano para todas las empresas.
Manuel Belgrano

El honor es siempre honor de clase. No existe honor de la humanidad entera.
Oswald Spengler

El honor es una isla rocosa sin playas.
Napoleón I

Medios de comunicación digitales. ¿Nuevos policías de Internet?

Tras leer una noticia en periodistadigital.com, observo un aviso en el encabezamiento de la sección de comentarios de los lectores:

"El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha determinado que los medios digitales se tienen que responsabilizar de los comentarios publicados por sus lectores, restricción a la libertad de expresión que justifica en base al objetivo legítimo de protección del derecho al honor de otra persona. Por ello Periodista Digital ha decidido desarrollar una herramienta que permita monitorizar los comentarios de los lectores y hasta que esté implementada deshabilitará la opción de comentar anónimamente las noticias."

De entrada el aviso es impactante, pues parece en verdad indicar un recorte liso y llano de la libertad de expresión de las personas que usan Internet. También es sorprendente, y enormemente preocupante que un medio de comunicación decida 'monitorizar' las opiniones de sus lectores.

Vamos, que a partir de ahora el autor de un blog o web ya no se sentirá tan legimitado al poner el típico aviso similar a:

El autor de esta web no se hace responsable de los comentarios dejados aquí por sus lectores.

Y no sólo eso.

La conclusión a la que llega periodistadigital.com, y el aviso que redacta en consecuencia, se deriva de una decisión o sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos -TEDH-, la cual será probablemente un precedente que afectará en gran manera el modo como cualquier medio online gestiona y controla los comentarios de sus lectores, sus contenidos y su acceso. El anonimato de algunos de tales usuarios puede verse imposibilitado a partir de ahora en muchos de esos portales o páginas web.

Un organismo encargado de velar por los Derechos Humanos que recorta un derecho humano esencial, el de la libertad de expresión. Y en nombre del derecho al honor, uno de los más turbios de la historia de la humanidad. Estupendo. Y alguien podría ahora añadir: por enésima vez, estamos ante un reflejo más de estos tiempos en que vivimos, de moralidad ambigua, de crisis financieras y de valores, de 'conspiranoias' desveladas y poco a poco hechas realidad.

No olvidemos que justo el anonimato es considerado, por muchos de los expertos e incluso creadores de la Red, como un derecho fundamental, fundacional e irrenunciable de cualquier usuario de Internet, incluso una de las razones esenciales de su misma existencia.

Pero no nos precipitemos aún con tales juicios de valor.

La Unión Europea carga contra el nuestro anonimato en Internet

¿Qué dice exactamente este TEDH o Tribunal Europeo de Derechos Humanos? (el mismo que ha derogado una ley española en parte injusta, pero causando con ello que presos muy peligrosos salgan a la calle tras cumplir sólo un año de prisión por cada crimen o asesinato):

Aquí podemos obtener dos pdf, en inglés y en francés, con un resumen para la prensa de la resolución.

Aquí podemos leer, en inglés, el documento con la resolución completa.

Aquí podemos leer una primera interpretación bastante técnica hecha por un catedrático de derecho internacional de la Universidad Complutense.

Todo viene de un artículo publicado en un portal web de Estonia relativo a una compañía de ferrys. Algunos de los comentarios dejados por los lectores eran claramente injuriosos y difamadores contra esa compañía, de modo que ésta denunció al portal web por publicar tales comentarios. La justicia de Estonia condenó al portal con una indemnización simbólica, éste recurrió al TEDH, el cual a su vez confirmó y justificó la sentencia del tribunal estonio.

Pero veamos algunos detalles de la sentencia.

El propio TEDH reconoce que con este veredicto se está recortando la libertad de expresión, pero afirma que es porque debe prevalecer el 'derecho al honor' de la persona o entidad injuriada. También considera que el portal online no detectó ni retiró los comentarios ofensivos dentro de un margen razonable, sino que lo hizo cuando el afectado le requirió que lo hiciera. Considera también que hay que responsabilizar al portal online, porque es imposible actuar contra los autores de los comentarios al permitirles este medio opinar de forma anónima, y porque el portal se lucra (suponemos que por la publicidad insertada) de todos los contenidos, incluyendo los propios comentarios.

¿Qué podemos sintetizar de todo esto?
  1. Que desde un organismo gubernamental se está recortando la libertad de expresión en Internet.
  2. Que los comentarios u opiniones dejados por los usuarios pasan a ser responsabilidad del autor que publica o gestiona cualquier medio online.
  3. Que el anonimato es causa potencial de problemas con la Justícia.
  4. Que el lucro es causa potencial de problemas con la Justícia.
  5. Que el honor es un derecho superior a la libertad de expresión. 
  6. Que por más que se autodenomine 'De los Derechos Humanos', un tribunal o conjunto de juristas puede perfectamente estar influenciado por consignas políticas más que turbias.
Dice una tal Paloma Bru, 'Of Counsel (sea lo que sea lo que esto significa) de la práctica de regulación gubernamental' en una firma internacional de abogados:

"En este asunto, Estrasburgo ha enfrentado el derecho de expresión al derecho al honor, y este último ha prevalecido sobre el otro. (...) Hasta ahora, la directiva de comercio electrónico exoneraba de responsabilidad a los prestadores de servicios frente a este tipo de casos, pero el TEDH ha decidido mirar más allá y valorar otros aspectos como es el derecho fundamental al honor".

Y añade a continuación:

"Este fallo implica que los tribunales deberán examinar caso a caso y que se llevará a cabo una investigación para depurar responsabilidades. Los juzgados pedirán, de ahora en adelante y con mayor contundencia, que el prestador de servicios sea diligente ante las posibles protestas de los afectados. En este sentido, y para que las páginas de Internet puedan limitar esta responsabilidad, deberán demostrar que utilizan filtros para evitar comentarios injuriosos –que impidan utilizar términos agresivos o insultantes, por ejemplo–, que no permitan la introducción de comentarios anónimos y que siempre colaboren rápidamente en el caso en el que se solicite la eliminación de algún comentario vejatorio."

¡Que no se permita la introducción de comentarios anónimos...! Aunque esto no lo dice Estrasburgo, sino que es una interpretación o prospectiva de la citada y supuesta experta.

Menos mal que la propia Paloma Bru acaba apuntando:

"Si llevamos el deber de diligencia al extremo, las webs terminarían convirtiéndose en policías de la Red y eso no sería positivo ni es lo que persigue el fallo. Siempre hay que buscar el equilibrio."

Pero la piedra ya la han lanzado...

Quizás esta decisión de Estrasburgo suponga un precedente jurídico importante, pero de hecho ya ha habido fallos en una misma línea en casos parecidos, y en España mismo. Está el caso Talavera 3000, o el de la web anarquista de contrainformación, debate y foros Alasbarricadas.org y la denuncia que a raíz de los comentarios de los lectores le interpuso y ganó el cantante José Ramón Martínez Márquez 'Ramoncín' (ex-directivo de la SGAE por 20 años, defensor del canon o impuesto digital, defensor integrista de los derechos de autor y de la dignidad, sobre todo la propia, combatiente activo contra las descargas de música en Internet), o el mismo personaje 'Ramoncín' denunciando a la histórica revista satírica El Jueves y consiguiendo que le cerrasen su canal en Youtube, simplemente porque usaron expresiones como "el tío ese que iba de rebelde y luego se operó la nariz".

¿Qué pasará a partir de ahora en Internet con este asunto de los comentarios?

Lógicamente, a muchos 'webmasters', es decir gestores de páginas web, y a muchos autores que publican 'online' artículos de opinión, les va a entrar miedo por esa nueva responsabilidad sobre los comentarios de los lectores, por lo que les pueda caer encima. Y dado que la sentencia de Estrasburgo es farragosa de leer, buscarán la opinión de supuestos expertos. Como Paloma Bru. Y les entrará miedo en el cuerpo. Re-analizemos lo que pronostica la tal Bru, literalmente y también entre líneas:

"Se examinará caso a caso y se depurarán responsabilidades (...) Los juzgados pedirán con contundencia que, quien preste un servicio 'online' prevea las protestas que puedan generar sus contenidos".

¿Es consciente esta Sra. o Srta. de que está metiendo un excesivo miedo en el cuerpo a los gestores y creadores de la Internet, al interpretar de este modo la sentencia del TEDH?

La libertad de expresión chocando con el derecho al honor propio. ¿Todavía este dilema?

Citábamos antes el pre-precedente en España de las denuncias que ese individuo conocido como 'Ramoncín', auténtico integrista de su propia dignidad, había interpuesto contra ciertos medios 'online' que, según su nulo sentido del auto-humor, habían difamado a su ego. Bien. Veamos p.e. un artículo del popular portal menéame.net comentando cómo este personaje insultaba a quienes compartían sus archivos de música en Internet calificándolos de 'pajilleros en habitaciones oscuras'. Fijémonos en los comentarios de ese artículo (unos 150, casi todos injuriantes) que dejan los lectores en esa página, y descubriremos repetidas expresiones como:

"Será maleducado encima de ladrón el nota"
"Este impresentable"
"Tiene pinta de haber nacido de una paja rebotada"
"Ramoncín es gilipollas, no me cansaré de decirlo"
"Este tio es bastante corto, y lo demuestra cada vez que abre la boca. IDIOTA"
"Ramoncín es un payaso"
"Semejante mamarracho"

¿Tiene sentido preguntarnos y re-preguntarnos si constituye o no un insulto la expresión 'bastante corto' en comparación con la expresión 'gilipollas'? Porque es evidente que, a partir de ahora, toda una legión de 'webmasters' y gestores web, o incluso sus abogados, miedosos y absolutamente gilipollas empezarán a hacerse preguntas de este tipo.

Centrémonos un poco...

Creo que en todo este asunto haríamos bien en imaginarnos que somos nosotros mismos quienes somos objeto de crítica y de insulto en los comentarios de un artículo en cualquier medio de Internet. ¿Podemos visualizar esta situación imaginaria realmente? ¿Ni que sea un poco?

De acuerdo. ¿Qué sentimos? ¿Nos sentimos ultrajados, difamados, heridos? No es necesario visualizar lo siguiente, pero ¿somos además un personaje o empresa pública, que se ha prestado a aparecer en medios públicos, o que incluso ha participado en eventos o espectáculos lúdicos o grotescos? De cualquier modo, me temo, tenemos un serio problema con nuestra propia autoestima.

¿Cómo podríamos explicarlo mejor?

¿Estamos preocupados por nuestra privacidad en Internet a raíz de las filtraciones del ex-analista de la CIA y la NSA norteamericanas Edward Joseph Snowden? ¿Estamos convencidos de que casos como el del Sr. Snowden son absolutamente necesarios para reconocernos como seres humanos dignos y miembros de una sociedad que quiere vivir en libertad y en plena democracia?

Es quizá el momento de citar a Richard Stallman, uno de los llamados 'padres' del software libre y por tanto, en parte, de la misma Internet, que tiene muy claras un par de cosas y que suelta verdades como puños.

El anonimato en Internet. Pues de esto va todo este asunto

Recordemos lo que nos dice el entrañable Richard Stallman sobre hasta qué punto es esencial la cuestión del anonimato en Internet:

"Sin la opción de comunicar anónimamente, muchos ciudadanos no se atreverán a expresar sus opiniones políticas. Temerán las represalias de su jefe, de su familia, o de su Estado. Esto es más importante aún en cuanto a los reveladores de secretos sucios. En los EEUU, por la extrema vigilancia de las comunicaciones de todos, los funcionarios oficiales ya no se atreven a hablar con los periodistas. Quien sepa que el Estado comete actos sucios y quiera denunciarlo tiene que huir primero del país."

El anonimato en Internet permite que alguien que quiera contar la verdad al mundo lo pueda hacer.

Pero es que además, a poco que lo meditemos, resulta absurdo cuestionarse si hay que permitir o no el anonimato en Internet. Igual que es absurdo preguntarse si debemos o no ser libres, o si debemos o no expresarnos libremente. Es un derecho inalienable. ¿Con qué podemos comparar Internet? Pues p.e. con una gran ciudad. Y quien ha vivido mucho tiempo en un pueblo o una zona rural sabrá de lo que hablo. En una gran ciudad puedes moverte de forma anónima, puedes ir a otro barrio distinto al tuyo y acceder a ciertos sitios sin que nadie, absolutamente nadie se entere de lo que has hecho, sin que nadie te reprima ni te descalifique. Es algo que se va descubriendo, pero sin duda es una libertad que reconocemos como esencial, como muy humana, y a la que definitivamene ya no queremos renunciar.

Como usuarios y lectores de Internet, normalmente vamos aprendiendo que no debemos creernos todo lo que leemos, que hay gente que dice tonterías, que hay gente que apenas tiene dignidad -por la razón que sea- y que por eso sólo sabe insultar, pero... ¿Qué Internet tendremos si alguien se dedica a discriminar a una parte de estas personas? ¿Encontrará ese alguien un criterio preciso para apartar a la gente que insulta o difama pero que, a parte de insultar, resulta que aportan además alguna idea interesante? Me temo que no. Nuestro mundo no existe sólo en blanco y negro. No hay sólo la forma correcta y la incorrecta de comportarse y de pensar. El mundo está hecho de matices y, de hecho, es nuestra capacidad para ver, comprender y reflexionar sobre estos matices lo que ha permitido que nuestra conciencia humana se desarrollase. Pretender reducir las cuestiones morales a lo que es claramente correcto y lo que es claramente incorrecto significa retroceder a un estadio de civilización primitivo, a un estado de barbarie.

Sobre el derecho al honor

Abordemos ahora otra cuestión. Recordemos también aquí cómo R. Stallman propone resolver ese aparente conflicto entre 'honor' y libertad de expresión:

"Éste es un punto en el cual los promotores de la vigilancia y de la censura suelen exagerar. Muchos Estados llaman a los insultos 'abusos' y los criminalizan, pero esto es injusto. El derecho a la libertad de expresión incluye el derecho de insultar cualquier idea, cualquier actividad, cualquier organización, o cualquier persona. Ni nadie ni nada merece inmunidad ante los ataques verbales. (...) Cuando abogan por prohibir los insultos, dicen que pueden lacerarle el corazón o la dignidad a alguien. Que no exageren, por favor. Ningún insulto puede lacerar tanto como 'Ya no te amo, no quiero verte nunca más.' La vida es así: los demás tienen el derecho de lacerar tu corazón, y suelen hacerlo, y tu respuesta es ser adulto y seguir viviendo. Si seguimos respetando la libertad de rechazar a alguien, entonces prohibir los meros insultos es algo tonto e incoherente."

Absolutamente ilustrador. Y me atrevería a decir que sabio. Y aún me atrevo a decirles a los señoritos y señoritas del Tribunal ese de Estrasburgo:

¡Son sólo palabras!

Lo que viene a decir el Sr. Stallman es: todo es una problemática falsa, virtual, una cuestión de orgullo y de ego. Nos sentimos heridos porque nos insultan o hablan mal de nosotros. ¿Pero qué resulta herido en nosotros? Nuestro orgullo, por supuesto. ¿Acaso nuestro honor? Y ¿qué es el honor, sino una invención de nuestro orgullo, de nuestro ego?

Sobre la dignidad

¿Es lo mismo el honor que la dignidad?

No. En absoluto. O no debería. Por desgracia, como vemos p.e. en el Diccionario de la Lengua Española de la RAE, se equipara el honor en alguna de sus acepciones con la dignidad, pero pienso que sus eminencias autores deberían esforzarse en distinguirlos, pese a que últimamente parecen más ocupados en reflejar los cambios de la sociedad y la cultura contemporáneas y ultramarinas -el imperio perdido de Latinoamérica- sobre la lengua. En cualquier caso, ya vemos ahí como el concepto de honor se define con términos como gloria, buena reputación, mérito, aprecio, acciones heroicas, buena opinión, obsequio, aplauso, agasajo, enaltecimiento, concesión, usufructo, favor, ceremonial o celebración. ¿Relacionados con el orgullo o el ego? Valórenlo uds. mismos.

El honor es algo que se conquista, que vamos construyendo, que depende de cómo influimos en los demás para que éstos, a su vez, nos reflejen su aprobación o desaprobación, su admiración o menosprecio.

La dignidad, en cambio, es algo con lo que todos nacemos, algunos mantenemos toda la vida, y otros perdemos por el camino. Veamos cómo la misma RAE -Real Academia Española de la Lengua- define la expresión digno/a en una de sus acepciones:

"Digno/a
2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo."

Y esto no lo hallamos en la definición de honor. Es decir, que la dignidad de una persona radica en su misma condición de persona, en el mismo hecho de ser un ser humano.

Muchos de nosotros, llamados occidentales, hemos visto algun reportaje sobre una hambruna en Etiopía, y es posible que alguien haya reparado en cómo mantienen el orden y una absoluta serenidad esas madres delgadísimas con niños famélicos en sus brazos, sin alborotarse ni acercarse corriendo ni rivalizar con otras madres en el momento en que llega un camión de Naciones Unidas o de alguna ONG para distribuirles alimentos.

Pues bien, eso es dignidad. Un concepto que conlleva la certeza de que uno es lo que es y lo que fue desde el principio de su vida, de que uno nunca es alguien, o algo, más que los demás. El honor no debería ser sinónimo de dignidad. Si acaso debería serlo la conciencia.

Nada que ocultar. Todo que perder

Pero hay un tercer asunto importante en todo esto. Menos relacionado con el orgullo propio, quizás más con el miedo o la indiferencia, lo cual de todos modos nos pone en riesgo de volvernos menos humanos, menos dignos. Se trata de la respuesta -automatizada ya en sus cerebros- de muchos internautas tras enterarse de la nueva sentencia contra los comentarios de los blogs y webs:


"Y a mí qué más me da, total tampoco tengo nada que ocultar".


Muchas personas piensan así, y no se dan cuenta de lo inconsciente y nociva que resulta su actitud, incluso para ellas mismas aunque ahora no se den cuenta.

Una vez más, debemos agradecerle a R. Stallman que nos alerte también acerca de esta errónea actitud:

"Son muy pocos los que no tienen nada que ocultar a nadie. Muchos no quieren admitir todas sus opiniones a sus propios parientes, vecinos, conocidos, colegas o jefes. (...) Casi todo el mundo comete delitos, a veces sin saberlo, y cuando el Estado quiere condenar a alguien, si tiene el modo de saber todo lo que esa persona ha hecho y dicho en su vida, casi siempre encuentra un pretexto para encarcelarla."

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