(de una noticia de hace un año)
El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya confirma la validez de la ordenanza del ayuntamiento de Lleida, que prohíbe el uso del burka y del niqab -velo integral-, o de otras prendas o elementos que tapen el rostro, en edificios municipales. Las multas podrán llegar hasta los 600 €. Se suma así a la iniciativa ya formalizada del municipio madrileño de Galapagar. Y parece que un alud de municipios, tanto catalanes como españoles, quieren sumarse a este tipo de promulgaciones.

Una asociación musulmana ha protestado, argumentando que esto supone discriminación por 'razones religiosas'.

El ayuntamiento argumenta principalmente razones de seguridad y comunicación, pero reconoce que también hay motivaciones relacionadas con garantizar la igualdad entre hombres y mujeres.

Asistimos a las primeras multas y detenciones en Francia por llevar velo integral o burka en espacios públicos. Recomendaciones en Catalunya para prohibirlo en las escuelas. Propósito de prohibirlo también en Holanda.

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Me dice un conocido: 'yo cuando los veo así por la calle, tanto hombres como mujeres, les digo: ¡quítate la bata, hombre (o mujer)!'. Este conocido trabaja en una autoescuela, y tiene a muchos magrebís como clientes. Comenta que apenas se lavan y que huelen bastante mal, y que por esto incluso en invierno se ve obligado a bajar los cristales del coche durante las prácticas de conducción. No lo dice con un sentimiento auténticamente racista, sino sólo como constatación de un hecho, pues es una persona más bien cándida, y a menudo hasta lo he visto quedándose 'encantado' hablando con estos mismos magrebís cuando se los encuentra por la calle, y al parecer éstos lo aprecian también a él.

Leyendo la noticia me vienen a la cabeza algunas reflexiones. Las personas son, principalmente, lo que demuestran ser, hacer y decir. Los ropajes que llevan, aunque de importancia secundaria, son también algo que ellos demuestran ser, hacer o decir, ya sean muy o poco conscientes de ello. Dejándonos de hipocresías, de falsos buenismos, de querer ser siempre 'políticamente correctos', en fin de blandenguerías morales, podemos decir que este tipo de prendas significan, a todas luces, la sumisión de la mujer a una serie de valores, como son el patriarcalismo, el puro machismo, la doble moral y el poder de esa panda de sinvergüenzas que denominamos teócratas.