Soy el autor de este desaguisado llamado blog, llamado también por algunos ¡Por Allí Resopla...!
Esto es lo que gritaban los marineros del Pequod cuando avistaban una ballena. Y tanto ellos como su capitán Ahab esperaban que fuese la gran ballena blanca. El misterio de los mares incógnitos e insondables. El reto de la máxima fuerza de la naturaleza humana, y a la vez el horror de su propia inconsciencia, del desconocimiento de sí misma. Ahab lo intuía y buscaba desesperado la resolución de ese misterio, para volver a ser él mismo, para encontrar a Dios, para quién sabe qué... Los pobres marineritos obedecían fascinados los designios de su poderosa y fanática misión, inconscientes, ignorantes de que ellos mismos eran ya parte de ese inexorable horror...
La ballena blanca. Moby Dick. Nuestra naturaleza perdida. El poder fascinante de la obsesión. El oscuro final del camino...
Me he embarcado, como Antropólogo. Desconozco si esto me reportará mérito alguno. ¿Qué más puedo decir de mi? Recuerdo que nací en el Mediterráneo, en una ciudad olvidada del mundo hasta que la especulación la hizo mundialmente anhelada, destruyó su humanidad y vomitó sin ningún escrúpulo a sus jóvenes nativos hacia la periferia y más allá del hades.
Yo creía en la libertad de elección y de expresión. En la honestidad y la espontaneidad. En la gente que no quiere controlar ni obligar. También en el anonimato, últimamente amenazado, pues es una esencia de la Red, y porque es la única manera en que personas interesantes comparten verdades incómodas, desde su rincón de desesperación.
Yo creía en Internet. Hasta que nos la empezaron a apagar. Y cuando eso ocurre, ¿qué hay que hacer?
Por eso he dejado de creer en nada. Bueno, a veces creo un poco en mí mismo, como cantaba Lennon, pero sólo cuando el viento sopla favorable.